Todos los medios cubren la noticia apocalíptica: Steve Ballmer anunció su retiro hace pocas horas. Casi al unísono comenzó la satanización y crucifixión del CEO de Microsoft, algo con lo que no estoy de acuerdo. Es cierto e innegable que bajo su mandato han ocurrido hechos nada alentadores para el gigante de Redmond. El valor de las acciones ha caído en apróximadamente un 40% con respecto al inicio de su gestión. Windows 8 no ha sido ni medianamente exitoso (yo personalmente no lo soporto). Windows RT tampoco, al punto de que los accionarios han iniciado acciones legales alegando que les habían escondido los datos que ilustraban el fracaso comercial de esta línea de productos. Asus abandonó Windows RT para concentrarse en Windows 8 y otro tanto hizo Acer que prefirió las Chromebooks con Android. La fusión con Nokia no creo que clasifique tampoco entre los romances más felices. Apple relegó a la compañía a un segundo plano en el sector de las TIC, mientras que Google se afianza en varios sectores muy dinámicos y prometedores como los dispositivos móviles. Pero ... ¿eso es todo?
En mi opinión en estos más de 10 años (al menos yo) he visto que han sucedido muchas otras cosas que inclinan la balanza a su favor. En primerísimo lugar no fue hasta ahora que se han decidido a arreglar el Internet Explorer, con cierta cuota de acierto en lo que al plano técnico respecta. Aunque ahora el margen sea más estrecho sus dos productos insignia siguen lidereando el mercado. Ante la inminente catástrofe que dejaba Bill Gates, la compañía ha sabido (y se ha visto obligada a) expandir sus horizontes. Se han dado pasos en el área de la virtualización. Los servicios en la nube se consolidan mediante alianzas estratégicas importantes como es el caso del reciente acercamiento de Oracle a la plataforma Azure. Samsung se interesa por equipar sus dispositivos móviles con tecnología de Microsoft. Por los truenos que se sienten desde Corea es intrigante conocer el desenlace de la integración de las herramientas de software con una línea de dispositivos futurista. Por otra parte ya está disponible Office Mobile para Android. También existen proyectos que ofrecen sus plataformas (e.g. .NET) sobre este sistema operativo. La cartera de productos es impresionante y, con excepción del fenómeno Nokia no creo recordar otro caso en el que sus productos hayan abandonado la zona de los líderes del mercado (tomo por referencia los análisis de Gartner). Steve Ballmer también ha cargado sobre sus hombros la responsabilidad de reestructurar y unificar la estrategia de la compañía, bajo presiones inmensas del mercado y de los competidores. Yo mismo me considero muy lejos de comprender las dimensiones e implicaciones de tan arduo reto basado en mi experiencia formando parte en procesos similares pero a muchísima menor escala considerando las dimensiones y complejidades de Microsoft. En fin, en parte creo que Steve Ballmer está cosechando lo que otro sembró; sin que eso opaque el hecho de que su gestión no fue exitosa y que le cedió la iniciativa en varias ramas claves a sus principales competidores.
La rama de la informática es sin duda una de las más competitivas y difíciles que existe. En estos tiempos todos los gigantes del sector han cosechado fracasos notables. La capacidad de recuperación varía. El desempeño de Microsoft realmente no se ve nada bien. El ejemplo de Sun Microsystems muestra claramente que puede existir una capa de hielo fino cuando se valora el posicionamiento en el mercado, la imagen de marca, la capacidad de innovación y otros indicadores del desempeño de las grandes corporaciones. Sin embargo concuerdo totalmente con algo que leí en un artículo de PCMag: solo hay dos compañías mejor posicionadas que Microsoft cuando se trata de tomar las riendas de la innovación en los años venideros : Apple y Google. Quizás podríamos hablar también de IBM ... Cualquiera resbala y allí todavía estará Microsoft en su posición de compañía poderosa con su amplísima cartera de productos y su sólida presencia en el mercado. Ballmer sin duda alguna merece gran parte del crédito por eso.
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